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Estudio revela una reducción continua del caudal en una pequeña cuenca de Ñuble debido al cambio climático

Trabajo multidisciplinario liderado por estudiante de Geofísica de la Universidad de Concepción modeló el caudal desde 1975 y hasta 2064, utilizando variables de uso de la microcuenca y las expectativas de precipitación y temperatura, mostrando un creciente estrés hídrico para esta zona.

Un estudio que puede ser muestra de una situación generalizada indica que el Estero Batuco de Ránquil redujo su caudal promedio en un 5% cada 10 años desde 1975 y se espera una situación similar hasta el año 2064, si se proyecta el peor escenario de cambio climático descrito en los últimos informes del Grupo Intergubernamental de Experos sobre el Cambio Climático. Así lo concluye una investigación realizada para el Instituto Forestal por un equipo integrado por el estudiante de Geofísica de la Universidad de Concepción Víctor Hormazábal, quien es el autor principal de un artículo respecto de este trabajo publicado en la revista científica del INFOR.

Aunque las cifras son promedios basados en modelaciones que pueden variar si se tomaran muestras específicas, la proyección señala que el caudal de este estero, afluente del Río Itata, ha disminuido y continuará bajando en promedio 6,3 litros cada década, debido a la reducción de las precipitaciones y al aumento de las temperaturas en esta zona del secano interior de la Región de Ñuble. Hay que considerar que la cuenca del Batuco recibe sólo aguas de lluvias y que comprende las relevantes aguas subterráneas, muy utilizadas en agricultura.

El estudio realizado en el verano de 2021 se refiere a una cuenca pequeña de Ñuble, sin embargo los resultados son extrapolables a condiciones similares de la zona central de Chile, especialmente de la Cordillera de la Costa. “Pero aun así siempre se debe tener en cuenta que, al hacer estudios a pequeña escala, es importante considerar los fenómenos locales, ya que podrían dar resultados que quizás no se esperarían dentro de la media”, aclaró el joven autor del trabajo “Simulación hidrológica del caudal del Estero Batuco en la microcuenca agroforestal Batuco bajo: condiciones climáticas presentes y futuras”, realizado en colaboración con la doctora en Historia de la Universidad de Concepción Noelia Carrasco; y el investigador del Instituto Forestal, magíster en Recursos Naturales Víctor Vargas. Además de la participación en todo el proceso formativo del académico e investigador de Geofísica UdeC Rodrigo Abarca.

El trabajo concluye que la menor disponibilidad de agua esperada generará un creciente estrés hídrico en la población, considerando además que este 2021 se están  desarrollando las obras de un proyecto de agua potable rural; por lo que “resulta recomendable considerar también la construcción de colectores de lluvia y canales de regadío, con el fin de reforzar no sólo el consumo poblacional, sino también los sectores productivos agrícola y ganadero”. 

En el estudio se informa que esta reducción del caudal es proporcionalmente similar en todas las estaciones del año, ya que aunque la disminución en litros por segundo es mayor en invierno, pues hay más agua en la cuenca, comparativamente es porcentualmente muy similar en verano, por ejemplo. Esto significa que la baja del caudal se puede apreciar con mayor facilidad de año en año, o sobre todo en cada década, pero más difícil de hacerlo  dentro de un mismo año debido a la variabilidad estacional en este período.

Consultado acerca de qué puede hacer una comunidad rural ante este negativo escenario, el investigador señaló que “deberían ser más precavidos en relación a los recursos hídricos que tiene su zona y adaptarse a la posible disminución de éstos. Para ello, primero tienen que conocer sus recursos hídricos. Por ejemplo, podrían recolectar datos de flujos de agua superficiales con aplicaciones gratuitas de celular que, si lo repiten durante tres años, por ejemplo, podrían observar si el caudal disminuye o no”. Añadió que también, si los recursos económicos lo permiten, serviría una estación de monitoreo meteorológico para que en tres años observen los cambios en la precipitación y la temperatura. “Estas acciones permitirían a las pequeñas comunidades saber qué podría estar pasando con sus recursos hídricos y, gracias a esta información, tomar las medidas que ellos estimen pertinentes para su caso”, explicó Hormazábal. Como también las de asignación y manejo más generales por parte del municipio, la Gobernación y el Gobierno nacional.

Al respecto, la investigadora Noelia Carrasco destacó la “extrema urgencia” del trabajo científico en conjunto con la comunidad y sus representantes institucionales. “La crisis hídrica es una realidad que debe apresurar la comunicación entre la producción científica y los conocimientos de la experiencia de habitar y experimentar esta crisis desde el territorio. Los resultados muestran que los ecosistemas y las comunidades humanas debemos enfrentarlo desde el rediseño de procesos y escalas productivas como desde las prácticas cotidianas de índole público y doméstico”, destacó.

Previo a la modelación se realizó un trabajo en terreno multidisciplinario, ya que la investigación necesitaba información meteorológica, climática, de uso de suelos, tipos de suelo, cantidad de personas viviendo en la zona de estudio, tipos de siembra, etcétera. Esto le significó al investigador conocer informes previos y a sus autores, como también a personal de la Municipalidad de Ránquil. 

El autor destacó que los resultados son una primera aproximación de la situación pasada, presente y futura en la microcuenca Batuco, “por lo que se deberían tomar con cierto cuidado, pues aún hay que trabajar, por ejemplo, en un registro de caudales y datos meteorológicos de la zona, para obtener una mayor exactitud”. También se podrían estudiar otras variables, como el impacto de las plantaciones forestales.

Comunidades bacterianas de esponja antártica se verían afectadas por efectos del cambio climático

Los autores del texto son los investigadores del Instituto Antártico Chileno Rodolfo Rondón, Marcelo González, Alejandro Font, Magdalena Osorio y César Cárdenas.

La esponja antártica Isodictya kerguelenensis habita comúnmente en zonas someras de 10 a 20 metros de profundidad. Se han publicado estudios previos sobre su respuesta al estrés térmico en laboratorio y otro que se realizó en terreno respecto de cómo varía en el tiempo el microbioma (comunidades bacterianas simbiontes) de esta especie, lo que ha permitido a los científicos entender cómo enfrenta la variabilidad ambiental en bahía South (isla Doumer, península Antártica) y entrega una nueva perspectiva de cómo esta especie y otros organismos responderán a los cambios futuros.  

El estudio más reciente se denomina “Efectos de los factores de estrés de cambio climático en las comunidades procariotas de la esponja antártica Isodictya kerguelenensis” y fue elaborado por investigadores del Departamento Científico del Instituto Antártico Chileno (INACH) durante la Expedición Científica Antártica (ECA 54) del año 2018 en los laboratorios de base Yelcho y revela a través de un trabajo experimental de laboratorio cómo los simbiontes (bacterias y Archaea) asociados a esta esponja responden al ser afectados por dos factores: el aumento de la temperatura del agua del mar y las lesiones por impactos de los glaciares que se desprenden durante el verano.

De acuerdo con el Dr. Rodolfo Rondón, uno de los autores, la idea de estudiar las lesiones surgió a partir de las observaciones de terreno obtenidas por el biólogo marino del INACH, Dr. César Cárdenas, en un estudio previo publicado en la revista Frontiers in Microbiology. “En ese estudio, al marcar esponjas para muestrearlas en tres veranos sucesivos observaron que muchas de estas presentaban daños y lesiones en los tejidos, ocasionadas por el barrido de trozos de glaciares que se producen por el deshielo. Nos interesó evaluar si estas lesiones provocan cambios en la composición de procariontes asociados a una de estas especies, Isodictya kerguelenensis”, comentó Rondón.

Es, además, uno de los primeros estudios que investiga el efecto de múltiples estresores en estos invertebrados marinos en Antártica. La mayoría de las investigaciones, debido a las limitaciones asociadas a trabajar en zonas tan alejadas como Antártica, se enfoca en medir solo el efecto de la temperatura o la acidificación. En este caso particular, los científicos testearon otro estresor y uno de los factores físicos más importantes: el efecto del impacto de icebergs en la fauna bentónica.

La socavación del hielo modela las comunidades someras antárticas. De hecho, la literatura científica señala que en promedio un 30 % del fondo marino es afectado por icebergs en el período de un año. Esto ocurre porque “va removiendo todo a su paso y crea un mosaico de organismos, ya que limpia el fondo y luego otros llegan a colonizar, por lo tanto, son comunidades sometidas a un alto grado de estrés físico y hoy se sabe que en algunas zonas las comunidades de organismos son relativamente jóvenes porque los icebergs impactan el fondo marino de manera significativa”, explica Cárdenas, otro de los encargados del estudio.

Según Rondón, se puede afirmar que la composición del microbioma procarionte se encuentra afectada por las lesiones. “Esto lo detectamos con análisis multivariables. Además, se observó un claro cambio en dicha composición a nivel taxonómico de órdenes entre los individuos con y sin lesiones. De manera interesante, hay un grupo de Unidades Taxonómicas Operacionales (OTU) que aumentan su presencia en individuos con lesiones, siendo algunas de ellas pertenecientes a familias previamente reportadas en enfermedades de esponjas y corales”, precisó.  

Proyecciones de esta investigación

Los resultados ayudan a entender la importancia que puede tener este impacto físico, modelando las comunidades microbianas asociadas a estas especies. A su vez, el estudiar cómo este efecto interactúa con la temperatura ayuda a entender las potenciales consecuencias que podrían suceder en el escenario de cambio climático. “Un aumento mayor en la temperatura del océano, someterá a un mayor estrés directo a los organismos y también indirectamente a través de un aumento del impacto de icebergs”, afirma Cárdenas.

Resta conocer qué sucederá a futuro con las esponjas si se exponen a un calentamiento más prolongado o qué ocurrirá después de un tiempo a temperaturas más normales. Solo en parte se encuentra respuesta en otro estudio anterior, donde analizaron individuos de esta misma especie y de otras. “No hallamos diferencias en el microbioma en los individuos que fueron muestreados en tres veranos consecutivos, incluso cuando en uno de ellos se registraron temperaturas de 3 ºC. Esto podría indicar un grado de resiliencia, en donde el microbioma es capaz de volver a su equilibrio en un período de tiempo más prolongado, luego de haber sido sometido a estrés”, expresa Cárdenas y agrega que serían capaces de resistir al estrés, sin embargo, esto debe ser validado a través de experimentos más prolongados en laboratorio.

Para Rondón, son tres las interrogantes que quedan abiertas a partir de esta investigación.  “La primera es, cuáles son los roles funcionales desde el punto metabólico de los microorganismos procariontes en individuos sin y con lesiones. La segunda, si existe o no una ruptura del balance fisiológico del consorcio esponja y microorganismos (el holobionte), producido por el estrés de las lesiones. Y, finalmente, saber cuáles son los efectos de los daños y lesiones producidas por la caída de los trozos de glaciares, a nivel del ecosistema bentónico donde viven estas esponjas”, expuso.   

Sin lugar a dudas, este estudio, que es parte del Programa de Áreas Marinas Protegidas del INACH, es un aporte al conocimiento de las respuestas de las esponjas antárticas y cómo enfrentan la variación ambiental. “Los estudios indican que al parecer no todas las esponjas serían perdedoras en este escenario de cambio climático y eso mismo puede ser extrapolado a otros organismos antárticos; es crucial desarrollar enfoques integradores para predecir cómo los organismos, las comunidades y los ecosistemas enfrentarán combinaciones de factores estresantes. Queda mucho por entender sobre las respuestas de los organismos antárticos a los diversos impactos que genera el calentamiento global”, concluye el Dr. Cárdenas.

Effects of climate change stressors on the prokaryotic communities of the antarctic sponge Isodictya kerguelenensis fue publicado recientemente por la revista especializada Frontiers in Ecology and Evolution. Sus autores son los investigadores del INACH Rodolfo Rondón, Marcelo González, Alejandro Font, Magdalena Osorio y César Cárdenas.

El INACH es un organismo técnico dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores con plena autonomía en todo lo relacionado con asuntos antárticos y tiene entre sus misiones el incentivar el desarrollo de la investigación científica, tecnológica y de innovación en la Antártica, el fortalecimiento de Magallanes como puerta de entrada al Continente Blanco y promover el conocimiento de las materias antárticas a la ciudadanía.

Iniciativa chilena es premiada en Inglaterra por promover la conservación de la naturaleza en viñas

El proyecto pionero ha fomentado, entre otras cosas, la protección de más de 26 mil hectáreas de bosque nativo en las empresas vitivinícolas.

En Londres, una de las capitales con más influencia en el mercado del vino, se realizó la octava versión de los premios Green Awards 2018, organizado por la reconocida revista inglesa The Drinks Business. Fue en la categoría de conservación donde el galardón del primer lugar se lo llevó una iniciativa liderada por científicos chilenos, superando a países como España e Italia.

Se trata del Vino, Cambio Climático y Biodiversidad (VCCB), un programa del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y de la Universidad Austral de Chile (UACh), que realiza hace más de una década investigación científica en viñedos para promover estrategias de conservación de la zona mediterránea, considerada el ecosistema más amenazado del país.

“Tan importante como el premio mismo son las razones que tuvieron para entregarlo. El jurado destacó no sólo lo maravilloso que es que 20 viñas logren trabajar juntas gracias al proyecto, sino que también se trata de una iniciativa basada en ciencia” Olga Barbosa, directora del programa Vino, Cambio Climático y Biodiversidad

De esta manera, el proyecto se impuso a otras cinco importantes empresas internacionales y obtuvo el Amorim Biodiversity Award, una de las categorías diseñadas para reconocer el trabajo de las instituciones comprometidas con la sostenibilidad en la industria de licores.

Algunas de las medidas concretas para el resguardo de la biodiversidad, impulsadas por el VCCB, son el establecimiento de franjas de bosque alrededor de los viñedos para que se conviertan en corredores biológicos; el uso de plantas nativas para mantener en buen estado el suelo y el ciclo del agua; la generación de hábitats para asegurar la presencia de controladores biológicos, como aves o insectos que combaten plagas de forma natural; y la erradicación de especies exóticas invasoras.

Para Barbosa, el premio evidencia la relevancia que ha adquirido la conservación de una de las cinco zonas mediterráneas que existen en el mundo.

“Estamos aportando desde la ciencia a la conservación del planeta y, en especial, de las viñas chilenas. La colaboración entre empresas gestoras de grandes extensiones de territorio es esencial para el estudio de la biodiversidad y su conservación a través de soluciones concretas” Olga Barbosa, directora del programa Vino, Cambio Climático y Biodiversidad

Este reconocimiento a la labor del VCCB se suma al palmarés ganado el mes pasado por el documental “Vino y Cambio Climático” en el festival de cine Oenovideo, en Francia. El filme contó con la participación de este grupo de científicos y fue emitido por TVN en 2015, destacando la transferencia del conocimiento al sector vitivinícola con el fin de conciliar la producción con el resguardo del patrimonio natural.

Crédito fotografía: Juan Luis Celis

Comunidad, pescadores y acuicultores de Caleta El Manzano se capacitan en cambio climático

En la Caleta El Manzano de la comuna de Hualaihué, comenzó este 9 de noviembre uno de los programas de capacitación que forman parte de las actividades que desarrollará el proyecto “Fortalecimiento de la capacidad de adaptación en el sector pesquero y acuícola chileno al cambio climático”.

El Manzano es una de las cuatro caletas pilotos que incluye el proyecto, junto con las Caletas Riquelme (Tarapacá), Tongoy (Coquimbo) y Coliumo (Biobío), y que tiene como socios ejecutores a la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura y al Ministerio de Medio Ambiente, y a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) como agencia implementadora.

Su principal objetivo es reducir la vulnerabilidad y aumentar la capacidad del sector pesquero y acuícola al cambio climático, considerando que este sector ha sido identificado como uno de los que requiere mayor atención, por su vinculación directa con el mar y la gran dependencia socioeconómica asociada con la extracción de recursos marinos.

En este sentido, Ema Maldonado, recolectora de orilla de Caleta El Manzano-Hualaihué, manifestó la importancia de participar en el programa.

“Me va a afectar a futuro mucho el cambio climático y es bueno saber, aprender, porque muchas cosas una no sabe. Me va a afectar mucho, porque trabajo con los productos del mar, tengo un local en Hornopirén donde voy a venderlos, hago invernadero y también sembramos colectores para captación de semillas. Entonces todo eso se va a haber afectado a futuro. Hay que aprender a convivir con el cambio climático y cómo podemos adaptarnos” Ema Maldonado

La capacitación, a cargo de la Consultora Centro de Estudios de Sistemas Sociales (CESSO), reunirá a integrantes de la comunidad y a organizaciones pesqueras y acuícolas de la caleta, quienes en diez sesiones abordarán, entre otros temas, los conceptos claves para entender qué es el cambio climático y sus riesgos en la pesca y acuicultura, cómo adaptarse a este fenómeno y herramientas que les permita elaborar un proyecto que considere este componente. El objetivo central es desarrollar capacidades para identificar, implementar, monitorear y evaluar estrategias y medidas de adaptación en la pesca artesanal y acuicultura a pequeña escala a nivel local.

“El proyecto es de alta relevancia territorial dado que, al ser nuevos conceptos científicos difundidos principalmente en medios de comunicación televisivos, por primera vez en la región se bajan de forma concreta en el territorio como una problemática real, la cual hay que entender para empezar a generar cambios sustanciales, principalmente sobre las nuevas generaciones de jóvenes y adultos. Debemos estar preparados, al menos en una primera instancia, a los cambios ambientales en el corto plazo, comenzando por sensibilizar a través de la educación y programas paralelos aplicables en las comunidades” Jurgen Betzhold, Director Zonal de Pesca y Acuicultura de la Región de Los Lagos

Talleres

Complementariamente, el proyecto considera la realización de talleres sobre cambio climático en las comunidades y escuelas aledañas a las caletas, actividades a cargo de Pauta Creativa Comunicaciones. El 8 y 9 de noviembre se realizó un taller abierto a la comunidad en Hornopirén, y talleres en la Escuela Rural El Manzano para estudiantes de séptimo y octavo básico, y el grupo de Forjadores Ambientales de la escuela.

“Tenía conocimiento, pero esto me ha rellenado más mi conocimiento para poder transmitirlo, empezando por mi familia. Yo ya soy abuelo, tengo nietos, tengo que transmitírselos a ellos, porque son las generaciones futuras de nuestro país. Ojalá vuelva a repetirse este taller, porque realmente así vamos a quedar en más sintonía con la mayoría de la gente y la comunidad en general” René Miguel, vecino y funcionario municipal

Por su parte, el Alcalde de Hualaihué, Freddy Ibacache, quien además preside el Grupo de Trabajo Interinstitucional sobre pesca, acuicultura y cambio climático de la comuna, constituido en julio pasado como parte del proyecto, señaló

“Poco a poco la gente ha ido sintiendo, quienes están dedicados y trabajando en el mar, que hay productos que han ido desapareciendo. Se dan cuenta que hay un cambio de las condiciones climáticas que ha ido influyendo en la forma de relacionarse con la naturaleza. Tenemos que estar conscientes y prepararnos para eso, porque va a llegar un momento en que a lo mejor un producto del mar, que hoy comemos y comercializamos ya no va a estar. Entonces, ¿cómo nos vamos preparando para que siga estando o para que tengamos nuevos productos para poder enfrentar el cambio climático? (…) El proyecto es positivo al integrar a toda la comunidad. A los pescadores, mariscadores, al colegio, a las entidades que están ahí en el lugar, para entregarles conocimiento que les permita afrontar una situación que tarde o temprano tendremos que aprender a vivir con ella. Todo eso ha ido influyendo en la forma de vida de la gente y como municipio tenemos que estar involucrados” Freddy Ibacache, Alcalde de Hualaihué

Fotografía: jackripper – flickr