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Testimonios de astrónomas y estudiantes de ingeniería en minas conversaron con la Red de Mentoras PROVOCA

Representantes de la Red de Mentoras PROVOCA: Priscilla Leiva, estudiante de Ingeniería Civil en Minas de la USACH; Liza Videla, astrónoma en el observatorio ALMA; y Alexandra Suárez, coordinadora de operaciones de Fundación Enseña Chile en Magallanes, fueron seleccionadas para compartir sus experiencias como mujeres STEM en Chile.

Bajo el nombre “Los caminos de la ciencia”, el pasado 5 de agosto se realizó el Primer Conversatorio de la Red de Mentoras PROVOCA, una iniciativa liderada por AUI/NRAO -socio norteamericano del observatorio ALMA- junto a LideraMujer, que busca contribuir con espacios para acercar la experiencia de vida de chilenas en STEM a las nuevas generaciones con inquietud vocacional científica.

En esta oportunidad, la cita fue con algunas de sus mentoras en formación: Priscilla Leiva, estudiante de Ingeniería Civil en Minas de la Universidad de Santiago (USACH); Liza Videla, astrónoma en el observatorio ALMA; y Alexandra Suárez, coordinadora de divulgación de Fundación Enseña Chile en la región de Magallanes, fueron invitadas para compartir sus experiencias como mujeres STEM en Chile. Sus testimonios de crianza, inquietudes tempranas, modelos de rol y trayectoria de aprendizajes fueron parte de una enriquecedora conversación que mostró algo de sus vidas, para acompañar y guiar a actuales y futuras generaciones de mujeres con interés en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemática.

En la oportunidad, Paulina Bocaz, representante de AUI/NRAO y líder de la Red de Mentoras PROVOCA, señaló: “Esta es una experiencia de aprendizaje compartido. Hay que ser muy valiente para contar la propia historia y lo positivo es que otras mujeres pueden identificarse en esos relatos, emociones, temores y obstáculos; reconociéndose en desafíos y sentimientos compartidos. Espero que estos testimonios las inspiren y llenen de energía para seguir en el camino de las STEM”.

Liza Videla es astrónoma del observatorio ALMA; madre divorciada y trabaja en Santiago para estar cerca de sus hijos. Aunque nació en Venezuela, su educación de pregrado la realizó en la Universidad de Chile. Cuenta que su definición vocacional no fue muy clara en la adolescencia. Sus padres trabajaron largo tiempo en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, ella en el área de antropología y biología, y él en física. “Siempre estuve muy cerca de las ciencias y me gustaban mucho. No tenía claro qué estudiar y de hecho tuve opciones muy diversas, desde secretaria ejecutiva pasando por diversas ingenierías (en medio ambiente, eléctrica y matemática). En algún minuto tuve la oportunidad de escuchar del matemático chileno Eric Goles que abrirían la carrera de astronomía y me pareció muy interesante y desafiante. No me arrepiento de mi decisión. En mi carrera, tras muchos sacrificios y decisiones complejas, esfuerzo y varios sacrificios, siento que la astronomía me ha retribuido muchísimo y me siento feliz y realizada como persona”.

Liza comenta que es importante atreverse a dar giros en la trayectoria profesional. Como muchas astrónomas, enfrentó la disyuntiva de seguir en el mundo de la academia, de buscar estabilidad laboral y económica, conciliar viajes y turnos, y definir cuándo sería el momento más apropiado para iniciar su propia familia. “Al egresar de pregrado además veía que muchos compañeros de carrera aspiraban a irse del país, pero estoy segura que no me equivoqué al decidir quedarme y contribuir a que la astronomía chilena se siga desarrollando. Más tarde, elegí ser madre mientras cursaba el doctorado. La vida te pone disyuntivas y hay que enfrentarlas. Lo importante es delimitar los tiempos: dedicarse de lleno al momento de trabajar y al llegar a casa, desconectarse para estar con la familia”.

Por su parte, Priscilla Leiva es estudiante en último año de la carrera de Ingeniería Civil en Minas de la USACH. Con hermanas de 13 y 15 años, se siente desde ya una “mentora” para ellas, animándolas a persistir en sus sueños. Priscilla tenía solo 9 años cuando sus padres, ambos temporeros, respondieron en una encuesta que aspiraban a que ella estudiara en la universidad. “Fue una especie de declaración que poco dimensioné a tan corta edad. Soy una mujer orgullosa de mis padres. Nací en San Felipe, luego pasé muchos años en Vicuña y volví a la quinta región. Mis padres nos sacaron adelante a puro trabajo agrícola. Soy la primera generación de la familia que debuta como profesional. Ellos siempre han tenido fe en mí y en mis capacidades y sabían que siendo profesional se me abrían más caminos y oportunidades, con herramientas que me darían mayor seguridad para planear mi futuro”.

Confiesa que a lo largo de la carrera ha experimentado crisis. “No sabía muy bien si esta era la carrera que quería. De niña me imaginaba como una exploradora, trabajando en terreno. Me costó aterrizar la idea de ingeniería, el para qué, pero hoy dimensiono que es una industria de alto impacto tanto económico como social. En un corto plazo me veo en áreas como operaciones, innovación o excelencia operacional siempre con un enfoque sostenible. Creo que soy una buena líder y que puedo hacer las transformaciones que se necesiten en el lugar donde llegue a trabajar a futuro”, sostiene. Aunque no contó con muchos modelos de rol en el colegio, asegura que sus padres le han dado el apoyo incondicional necesario para tomar cada decisión en su debido tiempo, con confianza; más tarde, en la universidad conoció a Katharina Jenny, ingeniera civil de minas y gerente general de Ferrocarril Antofagasta, que la inspiró y motivó cuando vio cómo alcanzó sus metas con dos gemelas chiquititas a su lado. Hoy Priscilla es parte de la Red Ingenieras en Minas (RIM), cuenta con una madrina que la motiva, así como en su formación como mentora PROVOCA, ha podido profundizar en su autoconocimiento, identificando sus fortalezas y habilidades, de modo de acompañar y guiar a otras mujeres siendo un verdadero apoyo.

La tercera panelista del conversatorio fue Alexandra Suárez, astrónoma participante de PROVOCA Visviri y el capítulo homónimo de la serie de videos, hoy al otro extremo del país, trabaja para Fundación Enseña Chile como coordinadora de operaciones en la Región de Magallanes. “Soy una mujer con muchos caminos”, así se presentó Alexandra. En el encuentro comentó que nació y vivió en Andacollo, “el mejor lugar del mundo” (dice entre risas), una comuna de la Región de Coquimbo, a 1.100 metros de altura sobre el nivel del mar. Esta encantadora mentora es la primera profesional de su familia. Hija de padre minero y madre secretaria. “Yo rayaba con la astronomía. De niña vivíamos frente a una quebrada y para entretenernos, mi mamá nos llevaba a mí y mis dos hermanos a mirar las estrellas desde una loma. Allí aprendí a reconocer satélites, constelaciones y a preguntarme las razones de lo que había allá arriba”.

Para estudiar astronomía, Alexandra se trasladó a Concepción. Cuenta que su trayectoria profesional fue bastante sinuosa, con muchas dudas. “En cuarto año me tocó elegir especialidad y me crucé con un astro-ingeniero que me mostró la instrumentación astronómica. Ahí encontré mi lugar en la astronomía, no solo en la parte romántica de mirar el universo, sino de ensuciarme las manos armando y desarmando instrumentos astronómicos en mi tesis de pregrado, en medio del Desierto de Atacama. La vida me llevó con el tiempo a la divulgación científica y a trabajar en educación en el extremo austral del país. Lo cierto es que nunca vi las diferencias de género en mi trabajo y bastante tarde me cuestioné los estereotipos. He conocido a tremendas mujeres en mi área, Amelia Bayo y Camila Navarrete, por mencionar algunas. En mi caso nunca me cuestioné el ser astrónoma, sino hasta haber madurado y avanzado bastante en mi carrera. En ese minuto conocí y valoré la transferencia tecnológica y el aporte e impacto que puede entregar la astronomía a la sociedad. Pienso que es muy importante hacer llegar la ciencia a todos y todas, ampliando la mirada de vida de las personas, contribuir desde la educación y conectar con la gente”.

Chile crece y se diversifica en sus industrias, desarrolla nuevas política de equidad de  género y la academia da a luz nuevas disciplinas, abriendo espacios distintos para las mujeres con vocación y trayectoria en STEM. El programa Red de Mentoras PROVOCA realizará otros encuentros para compartir testimonios de modelos de rol cercanos y tangibles en nuestro país y así aumentar la participación femenina en las denominadas “ciencias duras”.

Iniciativa Provoca devela “Síndrome del impostor” junto a niñas con inquietud científica

La psicóloga Angélica Yáñez, realizó un taller a alumnas del Colegio San Damián de Molokai, en el marco de la iniciativa Provoca, para potenciar vocaciones científicas en niñas, en el cual pudo explicar qué es el Síndrome del Impostor y así incentivar su desarrollo como mujeres de ciencia, fortalecer su autoestima y control emocional.

Este martes 13 de junio se desarrolló un seminario dirigido a niñas de educación media para fortalecer sus aptitudes científicas, develando el “Síndrome del impostor”, definido como un fenómeno psicológico en el cual la persona se siente incapaz de reconocer sus logros y sufre una sensación persistente de ser percibido como un fraude, a pesar de las pruebas externas de sus competencias.  

La charla principal del seminario, realizado en el Museo Interactivo Mirador (MIM), la entregó la psicóloga Angélica Yáñez, evento en el cual participaron Paulina Bocaz, representante de AUI/NRAO, socio norteamericano de Observatorio ALMA en Chile y líder de Provoca; Sonia Duffau, astrónoma y encargada de Educación en Ciencias y Diversidad de AUI-NRAO; y Nicole McNamara, encargada del Programa Mujer de Fundación Belén Educa; en conjunto con alumnas del colegio San Damián de Molokai, de Cerro Navia. 

Sobre la importancia de la actividad, Paulina Bocaz, consideró fundamental entregar herramientas a las niñas que se ven enfrentadas a situaciones de ansiedad o inseguridad. Según la profesional, está comprobado que las mujeres y otros grupos con representación minoritaria en las ciencias y otras disciplinas afines, tienden a experimentar el Síndrome del Impostor con mayor frecuencia. “En tal sentido, queremos dejar la semilla plantada para reconocerlo, de modo que se sientan más confiadas y tengan las herramientas para enfrentarlo”, señaló la ejecutiva.  

EL PROBLEMA 

En su presentación, la psicóloga señaló que es un síndrome descrito por las especialistas clínicas Pauline Clance y Suzanne Imes de Universidad de Georgia en 1978, pero no es una enfermedad mental, sino que un fenómeno bastante común experimentado por hombres y mujeres. “El 70% de los profesionales y el 58% de las personas que trabajan en ciencia han sentido que su desempeño laboral es una farsa al menos una vez en la vida”, detalló de manera enfática la profesional.  

Este padecimiento lo han sufrido figuras públicas como Michelle Obama, Lady Gaga, Tom Hanks y podría llegar a ser crónico. Según lo explica la experta, una condición crónica produce ansiedad generalizada, inseguridad e incluso depresión, ya que los pensamientos afectan nuestra forma de sentirnos, así como las creencias nos reducen y encierran en una “caja” donde las cosas son limitadas. 

Sin embargo, aseguró que es muy positivo enfrentar o diferenciar las emociones, por ejemplo, una angustia paralizadora de una ansiedad movilizadora, que es buena. “Es necesario confiar en el cuerpo, porque es sabio y da señales que se deben seguir. Entender que la enseñanza de la tristeza es que es natural perder algo, todo pasa y vienen cosas nuevas. Si tomamos el control de las emociones tendremos el control de nuestra vida”, destacó como conclusión. 

La psicóloga señaló que actuamos en modo “piloto automático” en un 95% a 99%, donde están nuestras creencias, pensamientos y circuitos neuronales. Y la otra parte es la mente consciente, la cual está activa entre un 1 a un 5% del día. Esta es la mente creativa, la cual está 100% presente, viviendo, sintiendo de manera directa la vida. “Esa es la parte que tenemos que desarrollar y practicar cada vez más y estar presentes”, enfatizó a las escolares, que pudieron desarrollar una actividad de meditación. 

LA SOLUCIÓN

La experta recomendó la meditación como una forma de combatir este fenómeno, ya que si tomamos  conciencia de nuestras creencias y dejamos de luchar contra la realidad, podemos percibir la vida de manera distinta. Al observar nuestras emociones sin quedar atrapados en ellas, nos liberamos del sufrimiento. “Es una herramienta que, si uno la aprende desde niño, despeja el camino de una manera totalmente distinta. Hay colegios que ofrecen yoga a sus alumnos, que es una forma de meditación. Yoga significa unión, es estar presente”, recalcó la profesional.  

En la ocasión, Sonia Duffau, astrónoma y subgerente de Educación en Ciencias y Diversidad de AUI, presentó también una charla-testimonio motivacional, ya que señaló haber vivido este síndrome en su experiencia profesional. En su presentación comentó que se había identificado muchas veces con varias de las características descritas en el síndrome, como el perfeccionismo, la necesidad de control, el miedo a cometer errores e incluso la sensación de que sus logros eran producto de la casualidad. 

“He aprendido con la edad que la vida tiene elementos que uno no puede controlar y que hay que aprender a vivir con eso. Una tiene que cambiar su concepto de éxito de una tarea. Hay que tratar de disfrutar el camino y aprender del esfuerzo de encontrar tu misión en la vida. ¿Qué pasa si uno no cree en sí mismo? Es como caminar en una cuerda floja, porque uno mismo es el primer recurso con el que cada uno cuenta para salir adelante”, explicó a las escolares que escuchaban atentamente durante el seminario. 

En relación a su motivación para entregar su testimonio, indicó creer que el Síndrome del Impostor es un gran impedimento para ser creativo, estar tranquilo y dejar que fluyan las ideas.

Por su parte, Dalia Haymann, directora ejecutiva del MIM, institución que acogió el evento, indicó respecto a la actividad que “queremos contribuir al esfuerzo del Gobierno por incentivar a que más mujeres se acerquen a la ciencia y la tecnología. Desde nuestra institución lo hacemos de una manera lúdica e interactiva, que es nuestro sello, pues estamos convencidos que el asombro y la curiosidad por el mundo que nos rodea, son una manera muy poderosa de lograr esa motivación”, finalizó.